Los indicadores declinantes que explican la ofensiva de Moreno
Maximiliano Montenegro
Para LA NACION
El superávit comercial (la diferencia entre exportaciones e importaciones) lanzó, otra vez, a la carga a Guillermo Moreno. "El superávit se achica, hay que cuidarlo", reconocen en el Ministerio de Economía. Y dicen que la torpeza del secretario de Comercio Interior magnificó el impacto de las trabas a las importaciones de alimentos. La luz de alerta no se encendió por la compra de alimentos, sino por el resto de la balanza comercial.
Según el Indec, durante el primer trimestre de este año el superávit comercial fue de 2133 millones de dólares, 41 por ciento menos que en igual período del año pasado (US$ 3605 millones).
Durante ese período, las exportaciones crecieron al 11 por ciento interanual, mientras que las importaciones aumentaron 33 por ciento, (con un salto de 52 por ciento en marzo), impulsadas por la reactivación.
Además, se agrandó el histórico déficit bilateral con Brasil, mientras que el saldo con China, favorable para el país en los últimos años, también empezó a titilar en rojo: de un superávit de 505 millones de dólares se pasó a un déficit de 26 millones. Entre enero y marzo, las exportaciones a China cayeron 41 por ciento, golpeadas en parte por el paro en el puerto de Rosario que demoró envíos de soja y derivados; en tanto, las importaciones ¡aumentaron 55 por ciento!
Mañana, el Indec difundirá los datos de la balanza comercial de abril. Las cifras preliminares de la Aduana confirman la tendencia. Según cálculos de la consultora abeceb.com, el mes pasado las exportaciones repuntaron un 20 por ciento, pero las importaciones crecieron más del 40 por ciento. Así, el superávit del mes se reduciría (alrededor del 10%) respecto de abril de 2009.
Pasando en limpio, durante el primer cuatrimestre, el superávit comercial se achicó un 30% en relación con igual período del año pasado.
Para este año, la estimación oficial hablaba de un saldo comercial anual positivo del orden de los 16.000 millones de dólares, algo inferior al récord del año pasado. Si continuara la tendencia del primer cuatrimestre sólo arañaría los US$ 11.000 millones.
Las importaciones que más crecen son "bienes intermedios" y "piezas y accesorios para bienes de capital". En el primer cuatrimestre, el ranking de importaciones fue liderado por "automóviles para turismo", "aparatos eléctricos de telefonía", "autopartes", "aceites de petróleo destilados", "camiones y camionetas", "medicamentos", "computadoras", "vacunas y sueros", "gas de petróleo" y "minerales de hierro".
No se entiende todavía el zafarrancho que armó Moreno con los alimentos, un sector en el que las exportaciones multiplican por 20 las importaciones, y la Argentina tiene todo para perder si, como retaliación, se cierran mercados en el exterior.
Pero en Economía defienden las andanzas del secretario de Comercio Interior al promover medidas antidumping contra importaciones chinas, licencias no automáticas contra las brasileñas o al exigir "balanza de divisas" equilibrada a las grandes empresas.
La base del modeloEl excedente del balance comercial es la piedra basal del "modelo" actual. Una oferta abundante de divisas por la ventanilla comercial garantiza la estabilidad cambiaria, aun en tiempos de fuga de capitales por la ventanilla financiera, como ocurre -en mayor o menor medida-desde mediados de 2007. Es clave en un país en el que la cotización del dólar se consulta con más ansiedad que el pronóstico meteorológico.
El problema es que con el acceso al financiamiento externo cerrado y la inversión extranjera en retirada, el comercio exterior quedó como la única fuente de dólares para abastecer una demanda recargada por la huida de capitales, el pago de importaciones, la transferencia de utilidades al exterior y la cancelación de vencimientos de deuda.
Salvo las divisas que ingresan los exportadores, lo usual en estos tiempos es que los dólares financieros vuelen a otros horizontes.
Durante el primer trimestre del año, el giro de utilidades al exterior de las multinacionales radicadas en el país -que en 2009 alcanzó un récord- aumentó 73 por ciento en relación con igual período del año pasado.
Y después de un cuarto trimestre de 2009 tranquilo, este año regresó también la fuga de capitales: a razón de US$ 1000 millones mensuales -con un pico en febrero, durante la crisis de las reservas-, salieron del circuito económico a cuentas en el exterior, al "colchón" o a cajas de seguridad.
La cosecha récord de soja, el sostenimiento del precio internacional del poroto y la expansión de la economía brasileña son vientos que soplan a favor de las exportaciones.
Con la crisis financiera griega como telón de fondo, habrá que seguir de cerca la paridad cambiaria en Brasil. Si el real se devalúa -como sucedió en las últimas semanas-, la Argentina perderá competitividad frente al mayor socio del Mercosur, donde los cortocircuitos comerciales son cada vez más frecuentes. Tampoco ayuda que el euro se deprecie frente al dólar, porque encarece las exportaciones a Europa y abarata las importaciones de ese origen.
Sin embargo, hay otros factores de mayor peso que emergen peligrosamente. El combo "régimen de alta inflación, política fiscal expansiva en plena reactivación y ancla cambiaria como única herramienta antiinflacionaria" es la principal amenaza contra el superávit de las cuentas externas.
Con 25 por ciento de inflación y el dólar clavado para evitar desbordes adicionales de precios, el atraso cambiario se acumula rápido. Los precios suben por el ascensor, en dólares. Las paritarias se negocian con expectativas inflacionarias en alza y convalidan aumentos salariales también en dólares.
Producción más caraEl resultado es que la producción argentina se encarece frente a la competencia extranjera. La capacidad del "modelo" para generar su propia lluvia de dólares se debilita.
"Las estimaciones para 2011 muestran que, de no revertirse la tendencia, la Argentina podría tener en 2011 su primer déficit de cuenta corriente (saldo comercial -incluido turismo y servicios reales- menos el pago de intereses de la deuda externa) desde 2001, al pasar de un superávit del orden de 1,5 por ciento del PBI para 2010 a un rojo de 1 por ciento en 2011", dice la consultora Analytica.
La escasez de divisas en el año electoral podría cubrirse sin dificultades con reservas del Banco Central, de no agudizarse la desconfianza y la fuga de capitales, claro. O incluso con endeudamiento externo, si resultara exitoso el canje con los holdouts y mejoraran en el futuro las condiciones financieras.
Pero la película de los noventa ya demostró que en la Argentina esa fórmula no es sustentable.
La buena noticia es que hay "colchón de competitividad" suficiente para acumular atraso cambiario hasta diciembre de 2011. La mala es que, de no hacerse nada antes, será otra bomba a desactivar para el próximo gobierno.