Por Alfredo Leuco
El gobierno sufrió una severa derrota política en su pelea contra los periodistas. No alcanzó la envergadura de la paliza que padeció en el conflicto contra el campo o en las últimas elecciones solamente porque Néstor Kirchner se dio cuenta a tiempo. El comandante mandó a parar un centímetro antes del precipicio. No es la primera vez que juega al límite ni que el tiro le sale por la culata. Desde que el matrimonio presidencial desembarcó en el poder se pueden encontrar varios ejemplos de este comportamiento audaz hasta la irresponsabilidad y autodestructivo hasta la incomprensión.
Esta vez el gobierno perdió en todos los terrenos. El clima beligerante que instaló con sus ataques constantes desde la cima del poder y desde la cadena oficial de medios estatales y paraestatales generó una reacción contraria a la buscada : victimizó a la prensa. Levantó una ola de indignación en una gran parte de la comunidad que está harta de tanto autoritarismo de estado y galvanizó a diputados y senadores que actuaron en el mejor de los sentidos. Por eso Kirchner en la reunión que tuvo con los legisladores nacionales les pidió que no cayeran en las provocaciones y que repitieran un discurso único que colocara a Clarín en el rol de verdugo y al gobierno en el papel de corderito patagónico. Si hasta los colaboracionistas mas notorios se vieron obligados a retroceder sobre sus pasos y sobreactuar su condena a los afiches, los escraches y las agresiones. El linchamiento público que intentó hacer Hebe Bonafini quedó aislado y solo multiplicó los rechazos. Hubo una escasa presencia de 300 convencidos, testigos que se bajaron sobre la hora, ausencia de los artistas que suelen abrazar a las madres de la plaza y algún funcionario de menor rango. El kirchnerismo resolvió no criticar públicamente esa desmesura pero dio un paso al costado y se lavó las manos. Entendió rápidamente que ese tribunal popular tenía poco de tribunal y nada de popular. Tantas posturas extremas finalmente terminan por alejarlos del sentido común. Por suerte el fanatismo de Hebe Bonafini todavía no logró erosionar la heróica historia de las Madres. Pero son cada vez más las voces del campo de los derechos humanos y del progresismo que toman prudente distancia. Nora Cortiñas y Estela Carlotto que padecieron en carne propia la intolerancia de Hebe fueron cuidadosas en sus palabras pero dejaron en claro que no tienen nada que ver con ella. Incluso, la presidenta de Abuelas, hizo una advertencia sobre la cacería de brujas. Pero hubo algo más demoledor para iluminar la verdad de los hechos. El reportaje que Magdalena Ruiz Guiñazú le hizo a Bonafini el 3 de febrero de 1984, recién recuperada la democracia es un ejemplo de periodismo y de compromiso por los derechos humanos. El clima era muy distinto al actual. Los militares todavía tenían mucho poder y era muy riesgoso abordar ciertos temas. Hebe se muestra muy agradecida con Magdalena, dice que nunca olvidarán que fue la primera en hablar de ellas por radio y su moderación permite que Magdalena quede a su izquierda ideológica. La madre de Plaza de Mayo no se atreve a decir que son censuradas o que la autocensura las margina de la televisión y es la periodista la que plantea y condena esa posibilidad. Vale la pena escucharlo una y otra vez. Para tener una dimensión exacta de la derrota del gobierno. Y para saber quien es quien…
Esta vez el gobierno perdió en todos los terrenos. El clima beligerante que instaló con sus ataques constantes desde la cima del poder y desde la cadena oficial de medios estatales y paraestatales generó una reacción contraria a la buscada : victimizó a la prensa. Levantó una ola de indignación en una gran parte de la comunidad que está harta de tanto autoritarismo de estado y galvanizó a diputados y senadores que actuaron en el mejor de los sentidos. Por eso Kirchner en la reunión que tuvo con los legisladores nacionales les pidió que no cayeran en las provocaciones y que repitieran un discurso único que colocara a Clarín en el rol de verdugo y al gobierno en el papel de corderito patagónico. Si hasta los colaboracionistas mas notorios se vieron obligados a retroceder sobre sus pasos y sobreactuar su condena a los afiches, los escraches y las agresiones. El linchamiento público que intentó hacer Hebe Bonafini quedó aislado y solo multiplicó los rechazos. Hubo una escasa presencia de 300 convencidos, testigos que se bajaron sobre la hora, ausencia de los artistas que suelen abrazar a las madres de la plaza y algún funcionario de menor rango. El kirchnerismo resolvió no criticar públicamente esa desmesura pero dio un paso al costado y se lavó las manos. Entendió rápidamente que ese tribunal popular tenía poco de tribunal y nada de popular. Tantas posturas extremas finalmente terminan por alejarlos del sentido común. Por suerte el fanatismo de Hebe Bonafini todavía no logró erosionar la heróica historia de las Madres. Pero son cada vez más las voces del campo de los derechos humanos y del progresismo que toman prudente distancia. Nora Cortiñas y Estela Carlotto que padecieron en carne propia la intolerancia de Hebe fueron cuidadosas en sus palabras pero dejaron en claro que no tienen nada que ver con ella. Incluso, la presidenta de Abuelas, hizo una advertencia sobre la cacería de brujas. Pero hubo algo más demoledor para iluminar la verdad de los hechos. El reportaje que Magdalena Ruiz Guiñazú le hizo a Bonafini el 3 de febrero de 1984, recién recuperada la democracia es un ejemplo de periodismo y de compromiso por los derechos humanos. El clima era muy distinto al actual. Los militares todavía tenían mucho poder y era muy riesgoso abordar ciertos temas. Hebe se muestra muy agradecida con Magdalena, dice que nunca olvidarán que fue la primera en hablar de ellas por radio y su moderación permite que Magdalena quede a su izquierda ideológica. La madre de Plaza de Mayo no se atreve a decir que son censuradas o que la autocensura las margina de la televisión y es la periodista la que plantea y condena esa posibilidad. Vale la pena escucharlo una y otra vez. Para tener una dimensión exacta de la derrota del gobierno. Y para saber quien es quien…