miércoles, 7 de septiembre de 2011

Randazzo mira a lo lejos como el Che Guevara y dice....

LA PATÉTICA ACUSACIÓN DE GVIRTZ A TATO BORES 





Me entere tarde y mal sobre las declaraciones de Randazzo sobre tato Bores. En realidad, me enteré de la historia  por el final, leyendo el domingo la siempre brillante columna de Alejandro Borenztein en Clarín. Pero existe You Tube, de modo que no fue difícil encontrarlo. No sabía que seis, siete, Rocho había llegado a eso: no formo parte del gueto de 2.5 puntos que ve el programa, al que tenía como una especie de asamblea goebbeleana de propaganda, pero no como un tribunal de ética de la democracia. No hay, se sabe, peor fanatismo que el de los conversos. Al “debate” de los ex empleados de Clarín, Canal 13, Radio Mitre y La Nación se sumaron, en una edición confusa, imágenes de otro ciclo del gueto (Duro de Domar, conducido por el cronista que presentó en Punto.doc la cámara oculta al esposo de Beatriz Salomón con un travesti). Salgo tan  poco que debo reconocer que desconozco a la mayoría de los que estaban hablando. Para colmo, a nadie se le ocurrió poner sus nombres en la base de la pantalla, como si estuvieran hablando Maradona y Frank Sinatra.
-¡Ahhhh! Habría que ver eso, ¿eh? – se exaltó un panelista flaco con aspecto de cobrador a domicilio-. Tato Bores hizo programas políticos bajo todas las dictaduras….
-Tato Bores diciendo “General Videla ¿Cómo le va?… a mí me da un poquito de cosita. – dijo un pelado con barba de Abraham Lincoln y unos kilos de más.
-La humanización del dictador – dijo Abraham. A esa altura el debate recordaba los diálogos Camus-Jean Paul Sartre.
-Yo me permito dudar del heroísmo y la lucha contra la censura de Tato Bores – se permitió el primero.
-capaz Tato no era lo suficientemente molesto – terció una chica vestida de fiesta -, ¡Tampoco era wow! – filosofó-. Pero tampoco eso habla de complicidades.
Fin del tape de grupo de desconocidos y vuelta al piso del tribunal de Nuremgvirtz.
-Ministro, me gusta su opinión – le dice Galende a Randazzo antes de escucharlo-. Me interesa su opinión – se corrige.
Randazzo mira a lo lejos como el Che Guevara y dice:
-Hay hombres que tenían una enorme responsabilidad y un enorme crédito, deberían haber tenido otra actitud, mucho más combativa, sobre lo que estaba ocurriendo en la Argentina. Me parece que no alcanzaban ni la ironía ni el chiste.
Ninguno recuerda en este momento al matrimonio Kirchner y su lucha inmobiliaria contra los militares. El contador Randazzo habla desde una trinchera imaginaria, y el resto de los idiotas útiles asiente: por lo que se sabe, el Contador, en su juventud, no militaba en ONG alguna, sino que jugaba al básquet en San Lorenzo de Chivilcoy y soñaba con correr en un Ford en Turismo Carretera.
A esta altura del delirio, el tribunal acusaba a Tato Bores de no haber sido Rodolfo Walsh.
-Acá hay gente que se la jugó de otra manera – llegó a decir Santiago Varela, ex libretista de Tato, hablando de Walsh. El autor de uno de los mejores cuentos argentinos era montonero y no murió peleando por la democracia, sino por el socialismo. Y peleó contra la democracia cuando fueron expulsados por Perón de la plaza de Mayo, como peleó contra la democracia el ERP al escribir la Carta Abierta a Cámpora. El “relato” oficial sobre los setenta es frívolo, y su discusión esta a cargo de un grupo de ignorantes o de interesados. Atacando a Tato Bores logran que la metáfora termine al revés: no son un grupo de entomólogos estudiando a un insecto, sino un grupo de insectos mirando, asombrados y miedosos, a un entomólogo.

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