martes, 19 de enero de 2016

La diferencia al final entre un intelectual orgánico y un intelectual colectivo es.......







G. Mauger: “El sociólogo está para decir las cosas desagradables”


Nunca está demás reflexionar la siempre compleja relación entre la ciencia y la política, para el caso, entre la investigación sociológica y la actividad política. El sociólogo francés Mauger, él mismo activista, reivindica la autonomía del estudioso.


Ciencia y política; el compromiso político que puede o debe o no tener un investigador en ciencias sociales siempre fue un problema, entre existencial y práctico, de todo estudioso; aunque no en esos términos, de eso vino a hablar al país (gracias a una gestión de la embajada gala en Bolivia) el sociólogo francés Gérard Mauger, director de investigación emérito del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), Centro Nacional para la Investigación Científica, la mayor institución de investigación de Francia y Europa. El profesor Mauger, junto con el vicepresidente Álvaro García, ofreció la conferencia “Pierre Bourdieu, un sociólogo comprometido”.
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— Sociología comprometida. ¿Sociología militante, de Partido? ¿Qué diferencia hay?

— Existe una diferencia. Podemos decir que de Bourdieu se dice que es un sociólogo comprometido, de alguna forma, militante, pero una militancia peculiar; se define como una militancia sociológica, más precisamente de inspiración sociológica, pero de manera independiente frente a los partidos. Las ideas están ligadas a los partidos, sindicatos, asociaciones y cooperativas, pero siempre son autónomas.

— ¿Es esa la idea de ‘Razones para actuar’ (grupo de intelectuales progresistas impulsado por Bourdieu, de crítica al neoliberalismo)?

— Sí. En el 95 ya Bourdieu creó una asociación que se llama Razones para actuar, que era un grupo de sociólogos comprometidos, lo que Pierre Bourdieu llama un intelectual colectivo, que tenía como función inspirar sociológicamente a los dirigentes políticos, de sindicatos y de asociaciones. Era un ensayo, que es mucho más fácil decir que hacer.

— ¿Qué diferencia hay entre esto y el ‘intelectual orgánico’, militante, que hoy sigue siendo una consigna?

— Es una pregunta muy importante porque la diferencia al final entre un intelectual orgánico y un intelectual colectivo es la autonomía. Si la sociología puede ser útil a la política, el trabajo sociológico no se puede confundir con el trabajo político. La sociología, según Bourdieu, sí es política, pero no lo es de la misma manera que el trabajo político; son dos actividades diferentes, desde la manera de abordar los problemas de un modo distinto. Al final, tienen mucho que aprender lo uno de lo otro, pero sin confundirse. La idea es que un sociólogo comprometido en la política no es un político; tienen funciones parecidas, pero distintas.

— Ante un movimiento social, por ejemplo, un investigador puede tender a justificar lo que éste hace, o ‘darle discurso’, o programa. ¿Cómo evitar que la labor científica se instrumentalice?

— Frente a un movimiento social, el sociólogo puede ayudar a analizarlo, intentar entender lo que es posible y lo que no; distinguir lo que es probable de lo que no; puede dar indicaciones sobre lo que se puede hacer o lo que se tendría que hacer, pero no es su trabajo el hacerlo; ése es el trabajo de los políticos. (La del sociólogo) es una actividad cercana, pero diferente.

— Bourdieu tiene una frase muy sugerente; dice que los sociólogos están hechos para decir cosas desagradables, pues van más allá de lo aparente, del sentido común.

— Sí. Cuando Bourdieu era invitado por políticos, sindicatos, lo que sea, les decía que venía para decirles cosas desagradables; no era hostil, pero él pensaba que podía ser útil solo de esta forma.

— Con los gobiernos, de cualquier signo, también puede pasar que al investigador se lo vea como quien debe fundamentar, dar un sostén científico a lo que hace el régimen. ¿Esta también puede ser una forma de confundir sociología y política?

— En el trabajo político hay un trabajo de representación. Los sociólogos también hacen de alguna forma un trabajo de representación, pero en el primer caso se trata de un trabajo político, de representación política: ‘represento a los campesinos, a los mineros, al sindicato, etc., soy un portavoz’. El sociólogo también representa y produce representaciones, representa el mundo social, más precisamente una clase social, un movimiento social, pero es una representación que tiene una vocación científica. Los dos modos de representación no coinciden siempre. Por ejemplo, el análisis científico de un movimiento social no puede evitar entender, poner en evidencia, las divisiones internas; pero un político no busca mostrar las divisiones, más bien busca la unión. Es de esta manera que los intereses políticos y los de un sociólogo son distintos. Pero Bourdieu piensa, como yo, que los políticos tienen un gran interés en conocer las divisiones que pueden existir. Cuando uno trabaja para unir o unificar a un pueblo, es muy útil conocer sus divisiones.

— El sociólogo belga Guy Bajoit, que también estuvo en Bolivia hace algunos años, dice que el sociólogo mira desde un balcón a la gente, pero no se baja a la calle, sino que invita a la gente a subir al balcón para también mirar al movimiento social.

— Me parece complicado. Bourdieu para hablar de eso usaba la ley de ceguera y de la lucidez cruzadas. Si estoy adentro, puedo ver cosas que alguien que está afuera no puede ver; al revés, porque estoy adentro existen cosas que no puedo ver, y que solo podría ver en el exterior. Según él, el objetivo es poder tener a la vez una visión de afuera y una visión de adentro… Pero igual sigue siendo más fácil decir que hacer.

— Los grandes temas que preocupaban a Bourdieu. La televisión, los intelectuales mediáticos; hay un libro emblemático, La miseria del mundo.

— Ese libro es muy peculiar en la bibliografía de Bourdieu. Era una tentativa de volver la sociología accesible a todos. Está compuesto por lo general de entrevistas; en éstas, el sociólogo intentaba hacer entender la visión de la sociología a los profanos. Era una tentativa pedagógica de hacer entender al mundo lo que es la sociología, tomando como ejemplo los casos personales; la idea era hacer con ellos un análisis sociológico de su caso; esa era la idea importante de este libro. Se ha vendido mucho y sigue vendiéndose.

— Toca el tema de la televisión, de los intelectuales mediáticos…

— En este proyecto pedagógico no podemos ignorar este tema de los medios. La televisión hoy día es mucho más importante que los libros en el tema de comunicación. Cuando el libro (La miseria…) salió, Bourdieu aceptó participar en un programa de televisión muy popular, con el padre Pierre (Pedro), que fundó Emaus; es un personaje muy importante en Francia, muy popular, pero no es un intelectual. Para Bourdieu era una cosa que nunca hizo antes, era muy peculiar; pero fue una experiencia que él quería para tratar de que la gente lo escuche; era una tentativa de ser un personaje mediático. Pero el problema es que los intelectuales mediáticos de hoy en día no son todos unos Pierre Bourdieu.

— El neoliberalismo parece que era otra de sus mayores preocupaciones, incluso para atacar.

— Sí. Desde el 95, Bourdieu se tomó mucho tiempo para hacer análisis de los efectos de las políticas neoliberales. Una gran parte de su trabajo sociológico era su compromiso sociológico, dirigido contra las políticas neoliberales; para él era una preocupación esencial; y eso, claro, involucraba a los medios de comunicación. Pero también la economía neoliberal que se ponía en marcha; sus efectos en el sistema escolar; sobre lo que llamamos el Estado de bienestar social. En el libro, Bourdieu hace la diferencia entre dos fases o caras del Estado: la mano derecha y la mano izquierda del Estado. La izquierda está encargada de reparar los defectos de la derecha; la mano derecha es la de las finanzas; y la de la izquierda es del trabajo social en todas sus formas.

— Ahora, hemos visto que para usted la sociología comprometida no es otra que la que llama ‘sociología de la actualidad’, y que compara mucho con el trabajo del periodista y del político, pues el material de ambos, digamos, es la coyuntura.

— Los sociólogos siempre tienen un problema muy dramático con la actualidad. Cada actividad que se verifica científica supone un trabajo de investigación, y una verdadera investigación lleva mucho tiempo; cuando el sociólogo ha terminado, el tema ya no es de actualidad [lanza una risa el profesor Mauger]; por eso Bourdieu consideraba como muy importante construir un intelectual o intelectualismo colectivo, porque nadie puede tener la competencia sobre todos los temas, uno no puede conocer todo; de alguna forma, la solución es la división del trabajo científico; otra consecuencia de la sociología de la actualidad es intentar encontrar alianzas entre una parte de los periodistas que tengan un interés en las ciencias sociales y los investigadores sociológicamente comprometidos; por eso escribo libros sobre la televisión. El libro de Bourdieu ha sido varias veces considerado como una crítica un poco violenta de los periodistas, pero en la mente de Pierre no era eso: explicaba por qué era tan difícil crear una alianza entre investigadores y periodistas, justo para poder hacerla, era como una llamada a los periodistas para crear esta alianza, pero los periodistas no lo tomaron así, lo tomaron como una crítica violenta. Él comprendía que los periodistas trabajan en un marco de presión, por ejemplo, la que impone la competencia entre los medios y la búsqueda perpetua de la audiencia, que justo les prohíbe de alguna forma ‘mediatizar’ los temas difíciles, complejos, que no son para el gran público, por esta cuestión de la audiencia.

— ¿Qué se espera para el futuro de una colaboración entre sociólogos y periodistas?

— Depende de las situaciones locales, nacionales; en Francia se ha vuelto un poco catastrófico. Los grandes medios, la televisión, los periódicos o la radio están comprados por el gran capital financiero, las únicas prioridades que quedan pasan por los nuevos medios que existen en internet. Hay un periódico que se llama Mediapart en Francia; es un ejemplo de apertura de un medio de periodistas a las ciencias sociales, porque tienen su independencia; es una de las únicas posibilidades por ahora de optar de los medios al mundo de la sociología; para Francia, pero también para el resto del mundo, parece.

Artículo publicado en la-razon.com

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