El país tiene una potencialidad económica que tendrá que aprovechar eficazmente a fin de acelerar el ritmo de su producción y satisfacer así sus crecientes necesidades de consumo popular, imprimiendo a su desarrollo un fuerte sentido social. Poderosos obstáculos se oponen momentáneamente a ello. Primero, no es posible acrecentar las importaciones de las materias primas y combustibles requeridos por un ritmo más activo de la producción. Segundo, este mayor ritmo requiere importaciones de maquinarias y equipos: la precaria situación de cambios no permite acordar permisos para su importación. Tercero, aun cuando estos bienes pudieran importarse, no habría fuerza motriz suficiente para accionar maquinarias y equipos, debido a la grave crisis de energía. Y cuarto, la producción no podría moverse por la notoria descapitalización del sistema de transportes: el consumo excesivo se ha hecho a expensas de inversiones de capital".
(Del informe que Raúl Prebisch elaboró en octubre de 1955 sobre los defectos económicos de entonces.)