Cristina viene por todo
Cristina viene por todo. Ya lo había anunciado y ahora está cumpliendo con su palabra. Viene por todo lo que le ponga límites a su obsesión de convertirse en un mito viviente. Y no le importa si en ese camino se tiene que llevar puesta la libertad de expresión. La presidenta, desde el aparato del estado, viene desarrollando una campaña sistemática de ataque y persecusión al periodismo que no aceptó arrodillarse ante su altar de pauta publicitaria. La excusa de la Ley de Medios fue una careta que se cayó rapidamente. Democratizar la palabra es todo lo contrario a lo que los Kirchner hicieron a lo largo de toda su vida. Odian que alguien los controle y ellos quieren controlar todo. Por eso intentan destruir al Grupo Clarín y a todos los periodistas que quieren ejercer con dignidad su maravilloso oficio. Liquidar, desguazar, adecuación forzosa. En realidad, quieren rematar a Clarin. Re-matar, es decir, matarlo dos veces si esto es posible. Desde el fondo de los tiempos, desde la génesis del kirchnerismo, repartieron el dinero del pueblo entre los empresarios periodísticos amigos y castigaron con el látigo del hostigamiento a la prensa independiente. En Santa Cruz fueron pocos y muy corajudos los que lograron sobrevivir a semejante stalinismo patagónico.
A nivel nacional les costó mucho mas porque las proporciones son otras. Pero no dejan de intentarlo. No se rinden. La conferencia de prensa de Martín Sabbatella y la forma autoritaria que utilizó, nos exime de dar mayores detalles. Le doy un solo dato, porque para muestra, vale un botón: los dos directores del AFSCA por la oposición no pudieron ni leer el expediente. Ojos que no ven, corazón que no siente. Si eso no se llama oscurantismo salvaje, como se puede denominar. El único objetivo de la ley de Medios es romper en mil pedazos a los canales y las radios que muestran la realidad aunque no les guste a los gobernantes de turno. Cristina no soporta que canal 13, TN o esta radio o el diario La Nación o Perfil, o cientos de colegas hablen de inflación, recesión, inseguridad. Para la reina Cristina esas cosas no existen. Son sensaciones, inventos de los medios. Pero lo que mas la conmueve son las denuncias sobre Lázaro Báez, un testarrerro hecho y derecho, un hombre que se hizo ultramillonario gracias a la complicidad del matrimonio Kirchner y al que podríamos definir como un testaferro de estado. Eso es lo que pone como loca a Cristina. Porque cada vez que se levanta la tapa de una olla de Lázaro, aparece el olor nauseabundo de la corrupción y salpica a Néstor, a ella misma e incluso a príncipe heredero, Máximo. El cajero de un banco que en la década ganada se transformó en potentado es el punto de quiebre emocional de Cristina. Es que fue todo tan burdo que no hay explicación ni salvación posible. Recorrer los tribunales será su destino. Hay que explicar las empresas fantasmas en Estados Unidos, las cuentas secretas en Suiza y las Islas Seychelles, la escala que Cristina hizo en esa misteriosa isla por 13 horas, los alquileres de las habitaciones que nunca se usaban del hotel de los Kirchner y el pago de Lázaro con cheques que Máximo nunca cobraba. ¿Lavado de dinero? Parece una obviedad. Si Cristina es socia de Lázaro incluso ahora y en forma publica y notoria.
La presidenta monta en cólera y entra en pánico cuando aparece Lázaro.
Báez se levanta y anda por el poder como pancho por su casa. Es dueño. O socio, por lo menos. Por eso la presidente desde el púlpito del poder todo el tiempo y a toda hora, en todos sus discursos ataca a los medios de comunicación. Golpistas, ejercitos mediáticos, destituyentes, cadena de la mala onda, de todo nos dice a nosotros y a los miles y miles de oyentes, lectores y televidentes que elijen todos los días consumir información que no chupa las medias del poder. No es gratis que la máxima autoridad de un país dispare misiles todos los días contra el periodismo. Tiene consecuencias de todo tipo que muestre una estadística que habla del 79% de malas noticias que emite esta radio. Es riesgoso porque cualquier fanático de los que la siguen puede intentar hacer justicia por mano propia. Tiene razón Marcelo Longobardi cuando dice “quiero creer que fue un robo”. Siempre está la sospecha de que alguien le haya querido dar una paliza, una lección, meterle miedo para callarlo.
Son varios los fracasos de este gobierno. Sobre todo en lo económico. Néstor recibió una inflación del 2% y Cristina va a entregar el país con una del 40%. Y esto es solo un ejemplo. Pero desde el punto de vista simbólico, el máximo fracaso fue el oligopolio mediático de obsecuentes que construyó. Nadie los mira, nadie los escucha, nadie los lee. Pero Cristina tiene solución para todo. Hoy invento una medidora de audiencia estatal y sanseacabó. Dentro de poco el rating de Cristina va a decir que todo el mundo escucha a Victor Hugo y sigue a Diego Gvirtz y que a nadie le interesa lo que dice Jorge Lanata o Marcelo Longobardi. Tal vez eso deja mas tranquila a Cristina. Esta demasiado nerviosa porque ve que los buitres la quieren extorsionar aportando mas y mas cuentas y estafas de Lázaro Báez. Sabe que esas denuncias pican cerca. Y no quiere que nadie las publique. Es como tapar el cielo con las manos.
¿Que medidas van a tomar? ¿Actuarán manu militari? ¿Desembarcará la gendarmería en estos estudios y Luis D’Elía conducirá D Elia sin filtro en lugar de Lanata? ¿Bloquearán los equipos electrónicos? El principal objetivo es generar pánico, apretar colegas, asustar a los periodistas para que nadie hable. Quieren una censura de prepo. Les espera un nuevo fracaso: la historia demostró que eso es imposible. Nadie puede contra los sueños de libertad de un pueblo. Y la esperanza, siempre, vence al miedo. Aunque Cristina quiera hacer sonar el Clarín y venga por todo.
http://alfredoleuco.com.ar/2014/10/cristina-quiere-hacer-sonar-el-clarin-9-de-octubre-2014/