sábado, 6 de diciembre de 2014

El mal lo construye también el silencio de los buenos.


La batalla es cultural


La Argentina ha sido y es su educación. Nuestra educación como paideia (término griego que es a la vez educación, civilización, cultura y belleza). Lo que pretende el PJ -que para mí es el menemismo-kirchnerismo porque hubo una evolución en términos culturales que no puede escindirse- es arrasar con una cultura.
Hay un proyecto político y cultural muy claro en los últimos 25 años: arrasar con la paideia, para que los hombres de puro poder dominen como esclavos a los entretenidos del espectáculo, de las risas, de las burlas y del ascenso social con la prostitución, el narcotráfico y la corrupción.
El proyecto es darle el golpe final a nuestra paideia. El intento golpista es más que golpista, el objetivo de los últimos 25 años fue arrebatarnos la cultura y está a punto de ser concretado. Por eso hay que defender la cultura. Los ataques contra mí se deben a que no pueden alterar mi paideia. No me pueden doblegar porque estoy atada al mástil de una cultura que está destinada, porque, en definitiva, la batalla es cultural. La batalla no es por el poder, la batalla es por la cultura. El hombre mediocre cree que es por el poder. Porque el que tiene interés cree que todo es por interés. Entonces es imposible la comprensión. Fueron incomprendidos Leandro Alem, Lisandro De la Torre o Arturo Frondizi en su tiempo porque no perseguían un interés en concreto. Estoy loca, no persigo un interés concreto, me basta con un interés nacional. Entonces confunden el fuego de la lucha con la apariencia de la mentira. Y ahí lo que demuestran es lo que son ellos, que tienen la mediocridad de un interés.
Lo que dije es el 1% de lo que sé. Porque esta sociedad no podría resistir toda la verdad. Lo dijo Sarmiento: "Las ideas no se matan", podrán matarme a mí, pero el que muere por la verdad resucita por la verdad.
Occidente está perdido, pero Occidente no puede perder, pueden perderse los países, pueden perderse las naciones, pero de la misma manera que el espíritu de Oriente no puede perderse, no puede perderse nuestra cultura, porque nosotros somos sujetos, en tanto somos parte de una cultura. No somos fuera de esa cultura.
Michel Foucault decía: "El ambiente construye el sujeto", en consecuencia, que nadie crea que salva a sus nietos, mentira. Nuestros nietos ya tienen otra cultura. No vamos a poder, porque el sujeto depende del contexto. En consecuencia, es la última oportunidad que tiene la Argentina de no ser arrasada, en lo que fue, en su llamado al ser, que fue su paideia, que fue su cultura, nacida de un soñador: alguien nos soñó y fuimos hechos. Y ese soñador tiene nombre y apellido y se llamó Domingo Faustino Sarmiento, con sus errores, con sus excesos, con sus pasiones, con todo, él construyó una Argentina moderna. En el corazón y en las cabezas. Arrasar a Sarmiento es arrasar nuestra paideia.
En consecuencia, tanto para Occidente como para la Argentina, la propuesta es política y es filosófica: es la educación como política central del porvenir. La educación es el sujeto y la educación no es instrucción, es la acción educadora y las disciplinas o los oficios. La educación está en los poetas, en los artistas, en los congresales, en los políticos, en la acción educativa. También están los maestros en la instrucción, pero en realidad, subordinados a la cultura.
Si la política se vacía de cultura, si entra en la degradación cultural, esta acción es profundamente destructiva. A partir de Menem, tuvimos un vaciamiento de la cultura terrible. Pasamos a ser frívolos, primero, pretendiendo creer que podíamos ser frívolos y además retener la cultura, pero la cultura occidental clásica no es frívola. Se llama clásica porque es imperecedera. Por eso Sarmiento decía que pueden matar al mensajero, pero las ideas no se matan. No somos portadores de ninguna idea innovadora: siempre vuelvo a mi formación clásica. Y agradezco a Dios la apertura cultural de haber tenido una formación clásica, porque me permitió valorar a su tiempo el renacimiento de esa cultura. Cultura clásica que es el budismo, cultura clásica que es el confucionismo, cultura clásica que es la judía, cultura clásica que es el cristianismo, cultura clásica que es el racionalismo, cultura clásica que donó la magna Grecia a Occidente. Por eso, cuando uno está confundido, hay que volver a un pueblo pobre que apostó a un hombre ideal.
Hace muchos años, cuando Francisco era el cardenal Bergoglio, dejó una frase que aún hoy resuena en mi corazón: "Nuestras culpas parecen haber achatado nuestras miradas. Un triste pacto interior se ha fraguado en el corazón de muchos de los destinados a defender nuestros intereses, con consecuencias estremecedoras: las culpas de sus trampas acucian con sus heridas y, en vez de pedir cura, persisten y se refugian en la acumulación de poder, en el reforzamiento de los hilos de una telaraña que impide ver la realidad cada vez más dolorosa?Tal chatura espiritual y ética no sobreviviría sin el refuerzo de aquellos que padecen otra vieja enfermedad del corazón, la incapacidad de sentir culpa. Los ambiciosos escaladores que tras sus diplomas internacionales y su lenguaje técnico, por lo demás tan fácilmente intercambiable, disfrazan sus saberes precarios y su casi inexistente humanidad".
Los llamo a todos a defender nuestra cultura. No se olviden de que el mal lo construye también el silencio de los buenos.

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