sábado, 13 de agosto de 2016

Terrible.... Terrible... La derecha

Los Argentinos solemos ser de opinión facil , poco análisis, memoria y datos... nulos.

Tratemos de cambiar.







Walter Sosa Escudero
Profesor (UdeSA). PhD. Economía (Universidad de Illinois)
Lic. Economía (UBA). Investigador Principal del CONICET. Especialista en estadística aplicada a cuestiones sociales. Su último libro es “Qué es (y qué no es) la estadística”. (Siglo XXI Editores, Buenos 
  Límites para medir la pobreza
En las condiciones actuales de alta inflación y de acumulación de ingresos muy cerca de la línea de pobreza, las variaciones en la tasa de pobreza deben ser tomadas con extrema cautela, ya que son muy erráticas e hipersensibles a las mas mínimas de las variaciones, que provienen tanto del derrotero de la economía como de las decisiones que hayan tomado los analistas para su cálculo. 
Si la línea de pobreza fuese de $2.500 por mes y todos los argentinos ganásemos exactamente $2.486, todos seríamos pobres. Y la solución del problema podría pasar por darle a cada persona lo que cuesta un alfajor de dulce de leche ($15), tras lo cual la pobreza se desplomaría a 0%. No cante victoria: si en el próximo período los precios le ganasen un poquito a los ingresos, la pobreza regresaría a 100%.
Lamentablemente la realidad de la medición de la pobreza en Argentina no dista mucho de este absurdo pero ilustrativo ejemplo: la tasa de pobreza es extremadamente volátil cuando mucha gente se encuentra cerca de la línea, como en el ejemplo de los alfajores. Y esta es exactamente la situación actual de nuestro país, ya que hay muchísimas familias viviendo en el borde de la línea, de modo que pequeños cimbronazos son capaces de producir enormes cambios en la tasa de pobreza.
Si los cimbronazos de marras fuesen provocados solamente por la economía, el problema seria de por sí complejo. Pero en las circunstancias actuales la medición de la pobreza requiere suponer (conjeturar, estimar, hipotetizar) cuanto valen la línea y los ingresos. Entonces, las oscilaciones en la medición de la pobreza provienen tanto de la economía como de las decisiones de los analistas intentando cuantificarlos, en el medio del vacío informativo heredado de la gestión anterior. 
Como en el tango, hacen falta dos para medir la pobreza: los ingresos y la línea. Los primeros requieren alguna encuesta que pregunte sistemáticamente los ingresos de las familias, tarea que es llevada a cabo regularmente por el INDEC a través de la Encuesta Permanente de Hogares. La línea es más difícil, ya que involucra a los precios de los bienes de la canasta que hace falta poder comprar para dejar de ser pobre. Y en un contexto de alta inflación y de severas limitaciones informativas, conjeturar la inflación se torna una tarea compleja cuando no imposible. 
En este marco es que los resultados de los informes de la UCA causan un gran revuelo informativo cada vez que aparecen. El más reciente sugiere que la pobreza aumento de 29% a 32.6% en el último año. Y a la luz de la discusión anterior, cabe preguntarse cuánto de este aumento tiene que ver con movimientos genuinos en la economía y cuánto con las decisiones especificas que adoptó la UCA a fines de medir la pobreza.
Según indica el puntilloso informe, el aumento en la pobreza obedece fundamentalmente al hecho de que los analistas de la UCA ajustaron hacia arriba la línea de pobreza (corrigiéndola por inflación), pero dejando el grueso de los ingresos inalterados. De hecho el informe dice explícitamente que “Tampoco se incluyeron eventuales próximos aumentos salariales y/o en retribuciones al trabajo asociadas con las paritarias laborales”. 
Consecuentemente, cabe preguntarse cual habría sido la tasa de pobreza de haber movido también los ingresos. A falta de información fidedigna, varios analistas en las redes sociales (incluyendo al autor de esta nota) realizaron varios ejercicios de simulación en donde muestran que subiendo los ingresos en una proporción parecida a la de los precios, la tasa de pobreza para el período es cercana al 30%, lejos del 32.6% de la UCA. 
Y cual película mala de terror, haremos aparecer ahora a un tercer actor: la variabilidad estadística. Todas estas cifras son estimaciones - nunca un censo - de modo que cualquier medición esta sujeta a un error estadístico. Algunos cálculos preliminares indican que la medición de la pobreza esta sujeta a un error de +/- 1.5%, de modo que los guarismos iniciales de la UCA y los corregidos habiendo movido los ingresos no difieren significativamente. Es decir, no parece haber evidencia convincente de que la tasa de pobreza efectivamente haya subido, ni tampoco bajado. 
Esta larga discusión sugiere dos cuestiones. Primero, en las condiciones actuales de alta inflación y de acumulación de ingresos muy cerca de la línea de pobreza, las variaciones en la tasa de pobreza deben ser tomadas con extrema cautela, ya que son muy erráticas e hipersensibles a las mas mínimas de las variaciones, que provienen tanto del derrotero de la economía como de las decisiones que hayan tomado los analistas para su cálculo. 
En segundo lugar, aun cuando es encomiable el esfuerzo de la UCA en esta cuestión, esta situación señala claramente la urgencia de contar con mediciones oficiales precisas, de modo que la discusión pase de la medición al combate de la pobreza

Fuente
http://ar.bastiondigital.com/notas/limites-para-medir-la-pobreza

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