Por Alfredo Leuco
A 7 años del comienzo de la era kirchnerista y a la hora del balance, nos toca analizar lo malo ya que ayer fue el tiempo de lo bueno. La peor herencia que dejarán es el veneno del odio y el revanchismo que han inoculado en las venas abiertas de la República Argentina. Su estilo de construcción ha sido en general la destrucción del otro. O por lo menos la división, la fragmentación en cada uno de los sectores con los que han tenido que enfrentarse. Con el calorcito del poder han partido a los partidos. Hay peronistas, radicales, socialistas y hasta izquierdistas K y no K. Han reducido el inmenso prestigio ecuménico de la mayoría de los organismos de los Derechos Humanos en el afán de colocarles una camiseta partidaria. El resultado es triste y doloroso. Hoy se están violando algunos derechos humanos y varias entidades históricas no dicen nada para no darle pasto “a las fieras de la derecha” ni provocar el enojo del gobierno. Deberán nacer nuevos organismos que entiendan que la libertad y la justicia no tienen ideología. Que son valores universales que hay que defender siempre mas allá de quien esté como inquilino de la Casa Rosada. Los Kirchner también han cavado una fosa profunda en el periodismo y entre los periodistas. No es verdad que quieran más pluralismo y que combatan los oligopolios mediáticos. El único interés que tienen es controlar a los medios lo mas posible para evitar ser controlados por el periodismo independiente. Siempre fue así. Desde los Fondos de Santa Cruz que hicieron pasar a la clandestinidad hasta el día de la fecha. Otro de los aspectos que conforman la mala cara de los K es el Indek con “K”. Ya lo hemos comentado mil veces. Malversaron estadísticas públicas y patotearon con armas en las manos a los trabajadores de un instituto que era un ejemplo de excelencia profesional. Esa obediencia debida de Guillermo Moreno quebró la credibilidad del gobierno y va a tardar mucho en recuperarla. Además, semejante dibujo licua los planes sociales que tanto elogiamos ayer y oculta una inflación que como siempre perjudica a los más pobres. Es una forma del ajuste. Es un impuesto inflacionario. La otra factura grande que le pasará la historia a estos 7 años kirchneristas es la corrupción. Da la casualidad o no tanto que todos los grandes negocios sospechados y en plena investigación terminan comprobando que aportaron dinero sucio a la campaña electoral de Cristina Fernández. Si uno mira con atención las listas va a encontrar que vendedores de maquinarias agrícolas a Venezuela, mafiosos de los medicamentos y empresarios subsidiados del transporte automotor pusieron generosamente su dinero para la fórmula Cristina, Cobos y vos. Y ni que hablar del enriquecimiento del matrimonio a la velocidad de la luz. Tuvieron mucha suerte a lo largo de su vida comercial. Encontraron inquilinos que pagaron cifras insólitas por los alquileres, bancos que les dieron altísimos intereses por sus colocaciones a plazo fijo y un intendente generoso que les traspasó grandes superficie de tierra a precio vil que luego ellos vendieron por fortunas. Por eso Néstor Kirchner es millonario pese a que hace 23 años que es empleado estatal. En 1987 fue intendente de Río Gallegos y después ocupó distintos cargos públicos como gobernador y presidente de la Nación. No hay transparencia y se oculta información al periodismo. Encima a través del Consejo de la Magistratura y otros métodos se presiona a los jueces que saben que los premios y los castigos vienen de la mano de Cristina y Néstor. Eso deteriora la calidad de las instituciones. Debilita la potencia de la democracia y ensucia la república. La historia y las próximas elecciones en el 2011 juzgarán que es lo que al final pesa más de los Kirchner. La cara buena que elogiamos ayer o la cara mala que criticamos hoy.