lunes, 18 de agosto de 2014

ENCATA: paradigma del relato





Cuando dudes respecto al Kirchenerismo como algo aun peor que el Menemismo, recorda que el Menemismo fue personas corruptas y el Kirchnerismo hizo un estado corrupto, para tapar su saqueo, el mas grande de la historia Argentina.



ENCATA


Aquel día quedará grabado en la historia de la provincia. Era el 23 de febrero de 2011, plena campaña electoral, cuando el avión presidencial aterrizó en Catamarca con su acostumbrada pompa. La presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, se dirigió raudamente al lugar del acto: la fábrica ENCATA, situada en El Pantanillo. "Aquí hay más de 10 mil nuevos jubilados, más de 41 mil niños reciben la asignación universal por hijo. Nos gustaría que fueran menos, nos gustaría que hubiera más trabajo, que hubiera más gestión porque también es necesario aunar esfuerzos, no vale la pena seguir peleando por consignas que enfrentan a los argentinos”, dijo subida al palco y en un tiro por elevación a la administración de Eduardo Brizuela del Moral, con quien unos minutos se saludó fríamente y más que nada por pura obligación protocolar. Lógico: no había venido a estrechar la mano del primer mandatario sino a respaldar a Lucía Corpacci, quien días después se alzó con la victoria en las urnas y así dio paso al retorno del peronismo al poder tras veinte años de hegemonía radical. Lo más importante, al menos desde el punto de vista del impacto político, que el Gobierno nacional tenía para mostrar a los catamarqueños era la puesta en marcha de aquella firma en el marco del programa de Fábricas Recuperadas, creado y coordinado por el secretario de Comercio de entonces, el inefable Guillermo Moreno. 
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 La  puesta en marcha de la fábrica de envases plásticos era, en realidad, una auténtica puesta en escena electoral. Las instalaciones estaban impecables, no faltaba ni una lamparita por encender, los trabajadores lucían ropa de trabajo y cascos nuevos, en algunos estantes se exhibían los productos alimenticios y de limpieza que se solían envasar, al igual que los pliegos de plástico con las marcas comerciales dispuestos en las máquinas impresoras. Afuera y adentro, ubicado estratégicamente para las fotos, se observaba el cotillón de bienvenida a la Jefa de Estado. "Listo, señora Presidenta, ya puede bajar la perilla”, le dijeron. Así lo hizo y una máquina empezó a funcionar. Flashes, aplausos y algarabía generalizada. Esa fue la imagen que más circuló del evento. Pero también, lamentablemente, la que simbolizó con mayor claridad la farsa del relato oficial. Desde ese día y hasta la fecha, ENCATA no pudo producir ni un sobre de mayonesa. Al principio, el problema era la falta de insumos; luego se habló de una traba burocrática oficial y ahora apareció un inconveniente legal con los anteriores dueños de la firma que el Estado, nacional y provincial, no puede resolver. Eso fue lo último que les explicaron a los pocos trabajadores que aún siguen a la espera de la apertura efectiva de la "Fábrica Recuperada” por el "Movimiento Nacional por los Trabajadores”.  
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En teoría, los trabajadores de ENCATA, nucleados en el Sindicato Gráfico, debían funcionar bajo la forma de una cooperativa. Es decir, ellos serían los dueños de su propia fuente de trabajo en un sistema solidario. Producirían, comercializarían y pagarían sus sueldos de convenio con los ingresos que se generen. Mientras tanto, debían arreglárselas con un subsidio del Estado nacional que entonces se fijó en $600. Pero cansados de esperar el empujón definitivo del Gobierno, varios trabajadores abandonaron la cooperativa en busca de un trabajo concreto y hoy apenas quedan 17 de aquella entusiasta camada, y ya ni siquiera perciben el subsidio, porque desapareció del presupuesto nacional. "Algunos estamos trabajando en la construcción y otros viven de changas”, contaron a este diario hace un par de días. Con todo, siguen pidiendo audiencias en los despachos oficiales para reclamar que las autoridades retomen el asunto en procura de una solución. Y como solamente encuentran puertas cerradas y promesas vacías, decidieron declararse en estado de alerta. O, mejor dicho, en "estado de desesperación”, según ilustraron. Más allá de las alternativas laborales concretas que pudieran surgir, el problema de ENCATA es de origen y concepto: la producción y el trabajo no se puede manejar desde un despacho oficial sin una economía que funcione. Esta situación es común en otras cooperativas creadas por el Estado con la ilusión de que el día de mañana podrán liberarse y vivir por su cuenta. Pero por allí andan los "cooperativistas” reclamando un puesto en la Administración pública. Ninguna otra certeza existe en una provincia que funciona sobre la base de las transferencias de impuestos.  

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